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miércoles, 1 de julio de 2015

Syriza y el dilema de la izquierda europea. Una reflexión a partir de la pregunta "cuándo ha gobernado la izquierda en Europa".


Imagen: "Risk... to Be Yourself", de Alessandra Favetto




Posiblemente uno de los grandes errores de la izquierda europea, en general, sea el cortoplacismo y la obsesión electoralista. Eclipsa, o cuando menos debilita, el activismo político en otros escenarios independientes de las urnas y que son estratégicos para la batalla ideológica y la organización de la resistencia social. Cuando abordo esta cuestión con compañeros, me gusta plantear una pregunta pertinente que guarda relación con la crítica al cortoplacismo: "¿Cuándo ha gobernado la izquierda en Europa?". Se trata de un interrogante que considero también pertinente ahora, en el contexto de la crisis griega y del gobierno de Syriza. Con Grecia y Syriza, la izquierda europea se enfrenta a un dilema crucial, en tanto lo que suceda o deje de suceder podría suponer el coma político de la vía reformista. Y es que, aunque no lo parezca, el futuro de la izquierda europea tiene mucho que ver con Grecia en estos momentos. Trataré de poner en relación todas estas cuestiones.


1.- Aclarémonos primero: qué entendemos por izquierda.

Una de las grandes trampas sistémicas en el terreno ideológico, consiste en desvirtuar lo que significa la izquierda. 'Obama es la izquierda americana', llegué a escuchar entre simpatizantes del PSOE durante las elecciones que llevaron a Obama a la Casa Blanca. 'La izquierda es el PSOE', piensa una buena parte del electorado... Vaciadas de contenido anticapitalista, anti-imperialista y de clase, se nos presentan como izquierda opciones que forman parte del gatopardismo permanente y que tienen un papel decisivo en la reproducción del status quo. Dado que me niego a considerar a los gobiernos socialdemócratas europeos como "gobiernos de izquierdas" (desempeñan un papel clave en el fortalecimiento de la hegemonía del capitalismo), se impone comenzar por aclarar qué entendemos por izquierda.

Cuando hablo de izquierda me estoy refiriendo a cualquier organización e ideología que comparte tres rasgos básicos:
  1. Niega que pueda existir un capitalismo bueno. Dentro del capitalismo no hay solución estructural. Se asume como axioma indiscutible el anticapitalismo y la lucha por una sociedad socialista en un sentido amplio y diverso del término (independientemente del modelo específico en que eso se concrete). Cuando hablo de socialismo, me refiero (también en un sentido amplio) a la propiedad básicamente colectiva (de una u otra forma) de los medios de producción y a la superación de la oposición entre explotados y explotadores.
  2. El rechazo del interclasismo, la asunción de la lucha de clases y la organización de los trabajadores en partidos, sindicatos, movimientos... "de clase". Esto no descarta que puedan darse alianzas estratégicas entre clases a partir de la idea del enemigo común.
  3. El rechazo del imperialismo. Por ejemplo, es incompatible ser de izquierdas y apoyar al mismo tiempo el atlantismo (la OTAN).
Estas tres características "básicas", "nucleares", se concretan en opciones muy diversas. En un sentido muy amplio y generoso: desde cierto tipo marginal de socialdemocracia a la antigua usanza y que nada tiene que ver con la socialdemocracia incubada desde la Internacional Socialista (más socioliberalismo que otra cosa), hasta las diferentes familias comunistas, pasando por variadas expresiones de los anarquismos, ecologismos anticapitalistas, socialismos de diversa índole, movimientos sociales muy dispares, etc. Todo ello entra en el concepto de izquierda que pretendo acotar para lo que sigue.

Las opciones políticas que estas coordinadas ideológicas suponen, optan por una de las dos vías que la izquierda puede tomar (no hay otras), aunque necesariamente no son tan incompatibles como muchos consideran (al final viene a ser una cuestión de momentos y oportunidades históricas):
  • A) Quienes apuestan exclusiva y excluyentemente por rupturas revolucionarias.
  • B) Quienes asumen la necesidad de largas transiciones que obligan a la participación en la política institucional burguesa (vía electoral) y a seguir el camino de reformas sucesivas. 
La primera vía supone una marginalidad impuesta por el sistema y una automarginalidad, en la etapa actual del capitalismo en Europa. La segunda vía supone, de entrada, enfrentarse a la marginalidad con la que el sistema castiga a la izquierda. Los que apoyan la primera vía califican a los que optan por la segunda de revisionistas, reformistas y otros cariños dialécticos; y los segundos tampoco se quedan cortos en los calificativos utilizados para referirse a los primeros. Pero el cruce de las clásicas palabras amorosas entre unos y otros es irrelevante ahora.


2.- ¿Cuándo ha gobernado la izquierda en Europa a través de las urnas?

Dicho esto, vamos a preguntarnos por la segunda de las dos vías anteriores: la de las largas transiciones reformistas a través de las urnas, un camino que va más allá de la existencia biológica de una generación y que implica pensar en términos de un dilatado proceso histórico. Y esto nos lleva a plantear cuándo ha gobernado la izquierda en Europa, con el propósito de saber si esa vía conduce a algún punto y si realmente podemos esperar algo de la misma.

Si hacemos un repaso histórico sobre el acceso de la izquierda al gobierno en las democracias burguesas europeas, constataremos que el panorama ha sido desolador y hasta podría inducirnos a dudar sobre la viabilidad y eficacia de la vía reformista. Y más si analizamos lo conseguido. 

2.1. España, Francia y los frentes populares. 

En mi opinión, la última vez (o la penúltima, si consideramos el primer laborismo británico de postguerra) en el que la izquierda accedió al gobierno en Europa occidental a través de las urnas, fue en España (durante la II República, con el triunfo del Frente Popular en las elecciones de febrero de 1936) y en Francia, cuando el Frente Popular francés (Front Populaire) consiguió gobernar entre 1936 y 1938. En el caso español todos conocemos el resultado: la burguesía contestó con un golpe de estado fascista al triunfo del Frente Popular. En Francia finalmente acabó resquebrajándose la unidad.

2.2. Reino Unido y el primer laborismo de postguerra.

El triunfo del Partido Laborista al terminar la guerra, colocó en el gobierno a su líder Clement Attlee, que sería primer ministro entre el 26 de julio de 1945 y el 26 de octubre de 1951. Con Attlee tiene lugar el desarrollo de la fase crucial del estado del bienestar británico, acompañado de una fuerte planificación estatal y de la meta de garantizar la protección social universal "desde la cuna hasta la tumba". El gobierno laborista puso en marcha un ambicioso programa de nacionalizaciones que incluía el Banco de Inglaterra, los sectores industriales del carbón, gas, electricidad y la siderurgia, el sector de comunicaciones (ferrocarriles y aviación civil), etc. También el desarrollo de políticas de protección social para los desempleados y jubilados, de derechos laborales, etc. Quizás una de las decisiones socialmente más ambiciosa fue la creación del National Health Service, garantizando la asistencia médico-sanitaria. 

El cineasta Ken Loach se ha encargado de difundir las bondades políticas de este período en su documental El espíritu del 45 (2013), loa y alabanza del capitalismo feliz británico anterior al thatcherismo neoliberal que irrumpe en 1979. 

Las reformas implementadas por ese laborismo de postguerra no cabe duda de que son propias de un gobierno de izquierdas, lo que obligaría a considerarlo en la respuesta a la pregunta planteada ("Cuándo ha gobernado la izquierda en Europa a través de las urnas"). Sin embargo pondría dos objeciones que debemos tener en cuenta para dilucidar la posible orientación anticapitalista de aquel laborismo británico (una orientación que nunca existió):

A) Aunque se inicia la descolonización al acabar la guerra (que en buena parte a los británicos, como al resto de las potencias coloniales, les viene impuesta por el nuevo contexto internacional creado), el gobierno de Clement Attlee mantiene todavía muchas de las colonias del Imperio, apoyando además una nefasta estrategia de descolonización (continuada luego por los gobiernos posteriores) en función de los intereses imperialistas. El proceso de descolonización posterior a la II GM, transcurrió de tal forma que los intereses capitalistas de las antiguas metrópolis quedaban garantizados, blindando el acceso a las materias primas del Tercer Mundo. Posiblemente el estado imperialista que mejor supo aplicar esta estrategia que condujo al neocolonialismo, fue Reino Unido, participando ya en ella el gobierno de Clement Attlee. Esto constituye una dimensión que el sobrevalorado Ken Loach, en la apología del gobierno de Attlee que realiza con El espíritu del 45, silencia por completo, como si el imperialismo hubiese dejado de existir con este gobierno laborista.

B) A la socialdemocracia le gusta atribuirse el protagonismo de la creación del estado del bienestar, contribuyendo así a dar forma a una distorsión histórica. Por un lado, hemos de tener en cuenta que el estado del bienestar europeo fue producto de un consenso político generalizado, aceptado y bendecido por las élites económicas como muro de contención ante la amenaza de la propagación del socialismo. Por otro lado, tal consenso motivó que el estado del bienestar fuese levantado por actores políticos muy distintos dependiendo del país: en Alemania y países nórdicos el protagonismo recayó sobre los socialdemócratas, mientras que en otros países recayó en fuerzas de la derecha política (ejemplo Francia e Italia, entre otros). ¿A dónde quiero llegar? Muy sencillo: si ser actor protagonista de la creación del estado del bienestar otorga condición de "gobierno de izquierdas", tendríamos que aceptar el absurdo de considerar a la Democracia Cristiana italiana como un partido de izquierdas, y lo mismo a la derecha gaullista francesa, por poner dos ejemplos que a todos nos suenan.

Pese a las objeciones expuestas sobre este laborismo británico de post-guerra, tengo mis dudas y lo considero un caso aparte, distinto de los gobiernos socialdemócratas que hubo en Europa después: Alemania, países nórdicos y mismo los gobiernos laboristas británicos de Harold Wilson (1964-1970, 1974-1976) y de James Callaghan (1976-1979). Tras la guerra, el Partido Laborista tenía una orientación de izquierdas en tanto estaba controlado por el ala más izquierdista. Tanto fue así que en 1960, por ejemplo, el sector más izquierdista en la conferencia del partido consiguió imponer el apoyo "a una política de desarme nuclear unilateral y completo, así como de neutralidad en la Guerra Fría. Además, fueron rechazadas dos resoluciones de apoyo a la OTAN" (William Blum). No obstante a aquel laborismo le sucedió lo mismo que le pasó a los partidos socialdemócratas europeos: no tardó en pasar por el aro de la domesticación sistémica. En el caso británico, con el apoyo de la CIA, el ala izquierdista del laborismo enseguida fue barrida pasando a controlar el partido el ala derechista que estaba recibiendo generosa financiación encubierta de la CIA; ya en la conferencia laborista de 1961 "las decisiones sobre el desarme y la neutralidad fueron desechadas y el Partido Laborista regresó al regazo de la OTAN" (sobre este giro sistémico y el papel de la CIA, véase en este blog "Frentes dentro de los frentes dentro de los frentes", de William Blum).

En cualquier caso, la consideración del Partido Laborista británico como partido de izquierdas en tanto que organización anticapitalista, me parece errónea. Tan siquiera en sus inicios se llegó a plantear el socialismo como meta (véase por ejemplo en: Juan Carlos Pererira Castañares, "El Partido Laborista", en Cuadernos de Historia Moderna y Contemporánea). 

2.3. ¿Y el resto de los gobiernos socialdemócratas europeos?

Como antes mencioné, el estado del bienestar, en tanto que pacto sistémico basado en un consenso general,  fue desarrollado en algunos países por los socialdemócratas y en otros por gobiernos de la derecha. Por tanto, la participación en la creación del estado del bienestar no resulta condición suficiente para determinar el carácter de izquierdas de un gobierno (izquierda en el sentido referido en el epígrafe 1). 

En primer lugar, uno de los denominadores comunes de los gobiernos socialdemócratas de Europa occidental, fue su función de ser instrumentos para apuntalar el capitalismo en un período de expansión del socialismo en el mundo. El estado del bienestar se podía haber contemplado como una transición al socialismo (lo que hubiese requerido de un desarrollo sin pausa del modelo); en este sentido habría sido un objetivo instrumental para la izquierda política. Pero, en su lugar, el estado del bienestar se contempló como objetivo final, como punto de llegada. No se trataba de ir creando condiciones para establecer transiciones sucesivas al socialismo  (aunque fuesen muy lentas), sino que la meta fue anclarse en un capitalismo feliz considerado el mejor sistema posible, y al que tan siquiera se le llamaba capitalismo, sino economía social de mercado. Jamás el capitalismo llegó a ser cuestionado por estos gobiernos socialdemócratas; todo lo contrario, tuvieron un papel decisivo en su apuntalamiento y blindaje, neutralizando el potencial transformador de la clase trabajadora al borrar en ella cualquier atisbo de conciencia de clase.

En segundo lugar, los partidos socialdemócratas a partir de la II GM van abandonando el carácter de organizaciones de clase, para convertirse en organizaciones catch-all party (partidos atrápalotodo) que renuncian a la lucha de clases en favor del interclasismo. El caso más paradigmático sin duda fue el SPD alemán, que en los años 50 comienza a mutar ideológicamente hacia posturas "centristas" para competir con la CDU. El resultado de esta mutación de los partidos socialdemócratas es que finalmente se acaba produciendo un surrealista consenso político con los partidos conservadores, en relación con las grandes líneas maestras de gobierno, con la forma de enfocar el papel del Estado y el tipo de políticas que se podían desarrollar. El blindaje que esto supuso para el sistema capitalista europeo fue de tal magnitud que, a día de hoy, todavía estamos pagando las consecuencias y las seguiremos pagando. Un ejemplo muy ilustrativo: la actual Unión Europea se levantó con una arquitectura neoliberal consensuada por conservadores y socialdemócratas. Otro ejemplo que ilustra esta convergencia entre conservadores y socialdemócratas: en la penúltima etapa del Parlamento Europeo, en el 73% de las votaciones, votaron lo mismo.

En tercer lugar, la complicidad de estos gobiernos socialdemócratas con el imperialismo está fuera de toda duda. Siempre fueron gobiernos atlantistas, defensores de la OTAN (algunos hasta participaron en la fundación de la OTAN) y de las políticas neocoloniales que el Tercer Mundo sufrió. De hecho, en muchos casos estos partidos socialdemócratas fueron apoyados por la CIA, comenzando por el todopoderoso SPD alemán. Acerca de esto, sobre todo para los casos de Alemania y Reino Unido, léase  "Frentes dentro de los frentes dentro de los frentes", de William Blum).

Así pues, si conceptualizamos a la izquierda tal como decíamos al comienzo, difícilmente podríamos considerar estos gobiernos socialdemócratas como gobiernos de izquierdas.

2.4. El caso portugués.

No considero el caso portugués de la revolución de los claveles porque estoy hablando de acceso al gobierno a través de elecciones. El PREC (Processo Revolucionário em Curso) en sentido amplio designa la etapa portuguesa que va desde el 25 de abril del 74 (sublevación del MFA) hasta el golpe de estado contrarrevolucionario de noviembre del 75. Pero estamos hablando de un gobierno de izquierdas no derivado de unas elecciones burguesas. Sobre el caso portugués véase en este mismo blog "Revolución y contrarrevolución. 40º aniversario del 25 de abril y de la revolución de los claveles"


3.- Y en Grecia... llegó Syriza.

Así pues, antes de 2015, las últimas veces que un gobierno de izquierdas (en el sentido en que hemos definido lo que es la izquierda) accedió al poder institucional a través de las urnas, fue en España y Francia, con sendos frentes populares, en ambos casos en 1936. Se puede añadir si se desea el caso del primer gobierno laborista británico después de la guerra.

Las elecciones griegas del 25 de enero de 2015, dieron la victoria a Syriza, un conglomerado muy variado de fuerzas políticas de izquierdas. La victoria de Syriza tuvo lugar casi con mayoría absoluta, con 149 escaños de los 300 que forman el parlamento griego. Han tenido que pasar 79 años (ó 70 si se considera el gobierno de Clement Attlee) para que un gobierno de izquierdas accediese al poder gubernamental a través de las urnas en Europa.

Personalmente, no lancé las campanas al vuelo cuando Syriza ganó las elecciones. Fue un acontecimiento que lo recibí con prudencia, lejos de la euforia mostrada por la mayoría. Pero desmarcándome también de aquellos que enseguida optaron por la crítica contundente, y que ya antes de las elecciones auguraban para Syriza un negro futuro. Y no es porque entonces o ahora busque la equidistancia, sino que:
  1. Syriza es, a priori, un gobierno de izquierdas. Sobre el papel, entra en lo que hemos calificado como izquierda. Salvo que nos dejemos arrastrar por un polémico purismo que lleva a ningún sitio, lo cierto es que la mayor parte de la izquierda griega se ha juntado para formar algo parecido a un frente popular, siguiendo un formato similar al de Izquierda Unida (y sin que tenga nada que ver con Podemos, como los miembros de este club de fans consideran). 
  2. Syriza está en condiciones de aplicar un programa de izquierdas (véase programa aquí), algunas de cuyas medidas ya se han aplicado, y de hacer frente a la Troika de la UE: A) tiene casi una mayoría absoluta en el Parlamento, B) tiene respaldo en la calle y movimientos sociales detrás para apoyar. Está en una situación en la que rarísima vez la izquierda se verá a través de la vía electoral, ya que tiene parlamento y calle, las dos condiciones necesarias para llevar a cabo profundas transformaciones sociales.
  3. Pese a que comparto algunas de las razones que esgrimen los críticos con Syriza, considero que es necesario esperar un período de tiempo razonable antes de emitir juicios tan sumarísimos como algunos de los que he leído y escuchado. En mi caso al menos, prefiero esperar ese tiempo prudente antes de hacer valoraciones. Teniendo en cuenta además que dentro de Syriza hay sectores muy diferentes entre sí y con planteamientos políticos bastante distintos. 
Difícilmente la UE cederá con Grecia, ya que podría ser un ejemplo a imitar y a la larga podría desencadenarse el efecto dominó. Por ello personalmente considero que la única salida que tiene Grecia es la vía rupturista con la UE, parcial (salida del euro) o total (salida de la UE). Grecia además cuenta con una situación geopolítica privilegiada, en tanto podría desarrollar vínculos con el espacio euroasiático cuya construcción lidera Rusia. Si al final el gobierno de Syriza aguanta o no el pulso a la Troika, lo veremos pronto. Sin duda es una situación de vértigo, en el que el gobierno de Syriza se enfrenta a la decisión de cruzar o no su Rubicón particular.


4.- Syriza y el dilema de la izquierda europea. 

Después de 70 años, una formación de unidad de izquierdas alcanzó el gobierno de un país europeo. La espera en sí hace dudar ya de la viabilidad de la vía reformista. Pero si Syriza tiene éxito, supondrá una revalorización de dicha vía, una demostración de que es un camino abierto a través de la unidad popular. Pensemos en esas dos condiciones que mencionaba y que hacen que Syriza no tenga disculpas para no intentar un cambio social profundo en Grecia: una casi mayoría en el parlamento y la movilización en la calle. Por el contrario, si Syriza fracasa y si dicho fracaso es fruto de la presión ejercida por los poderes oligárquicos, la izquierda europea debería plantearse si cabe esperar algo de la vía electoral o reformista. Tal es el dilema al que me refería en el título.

Hasta ahora, la mayor parte de la izquierda ha rechazado la vía rupturista, optando por el reformismo a través de la participación en las instituciones de la democracia burguesa. Ya hemos visto que las posibilidades de hacer algo han sido escasas y remotas a través de esta estrategia. La izquierda debe superar todo tipo de obstáculos para alcanzar el gobierno, jugando con las reglas de juego que impone el capitalismo. Si en los casos excepcionales en los que se consiguen superar tales obstáculos, un gobierno de izquierdas -con todo a su favor, parlamento y calle- no es capaz de cambiar significativamente la realidad social, tendremos que plantearnos para qué sirve el reformismo.

Ahora tenemos una oportunidad histórica, privilegiada, para comprobar si merece la pena seguir intentando la vía reformista. Un fracaso de Syriza en Grecia podría devaluar de tal forma el reformismo que lo mejor que podría hacer la izquierda entonces sería situarse en el terreno abierto de la ruptura, que es la apuesta del KKE (Partido Comunista de Grecia). 

@VigneVT
Blog del viejo topo




10 comentarios:

  1. Es, sería el momento idóneo para tirar la vaca por el barranco:-(

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  2. Mi comentario va en dos partes.
    1 de 2
    Bien está la entrada. Tiene muchas ideas, es muy densa. Voy a comentarla haciendo alguna que otra precisión o matización.
    Estoy de acuerdo en los tres puntos de la definición de izquierda.
    Empiezo por la historia.
    El capitalismo en sí solamente tiene un fin, que el capital, o sea los pocos que lo tienen, dominen el mundo. Para ello el capitalismo no tiene escrúpulos en utilizar cualquier medio.
    Después de la I GM, en varios países europeos se empezó a extender una “ola roja”, por ejemplo en Italia y Alemania.
    En Alemania la solución que tomaron los poderes existentes fue radical, represión y asesinatos de los que pudieron coger. Pero la República de Weimar era débil, los partidos Socialista, ligeramente a la baja, y Comunista, subiendo rápidamente, eran fuertes. Dada su representación electoral, la derecha no podía formar gobiernos fuertes. El capitalismo germano no podía consentirlo, a partir de la primera mitad de los años 20 patrocinó partidos como el Partido Nacional del Pueblo Alemán (DNVP) y el Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán (NSDAP) o sea NAZI, hasta que a fuerza de repetir elecciones éste tuvo más escaños que ninguno y Hítler subió al poder. Con ello resultaron beneficiados los Thyssen y compañía, y nadie amenazó al capitalismo.
    En Italia, ante la ocupación de tierras y fábricas por las masas socialistas y comunistas, y la debilidad del estado procedente del Risorgimento, que no permitió a los propietarios patrocinar la represión estatal de la actuación popular, el capitalismo italiano patrocinó económicamente el nacimiento del Fascismo. Se encontró un terreno muy abonado entre la gente. Había muchos ex-soldados, que con la desmovilización se habían quedado en la calle, el sacrificio de cientos de miles de víctimas italianas no se había traducido apenas en ganancias territoriales. Por lo tanto fue fácil encontrar militantes para el Fascio. Una vez que triunfó los propietarios, capitalistas, siguieron con sus bienes intocables.
    Estas dos dictaduras gustaron tanto que incluso Churchil y otros dirigentes “democráticos” occidentales alabaron los regímenes alemán e italiano.
    Otro ejemplo, como dices, es en la II República Española, a partir de febrero de 1936, pero duró poco, con Franco el capitalismo estaba mucho mejor, e incluso durante la guerra fue ayudado por los países supuestamente democráticos. Bueno, en realidad democrático-capitalistas.
    En cuanto al Frente Popular Francés, ocurrió que el capitalismo compró al Partido Radical, y ahí acabó todo.
    Por lo tanto se ve que el capitalismo recurre a cualquier medio para conservar sus privilegios y posesiones.
    Después de la II GM, el equilibrio europeo fue otro. La potencia más fuerte en Europa ya no era UK, sino la URSS, que tenía como rival a otra potencia no europea, EEUU. Lo que pasa es que los trabajadores occidentales europeos tenían en la URSS otro modelo que tenía grandes conquistas sociales, pese a lo que padeció con la I GM, la guerra civil, la intervención extranjera y la II GM. Esa y no otra es la causa de que se hiciera en Europa Occidental el Estado de Bienestar, patrocinado por democristianos y socialdemócratas. No porque, por escrúpulos de conciencia, quisieran construir un mundo más justo, sino por miedo, y mucho, a que los trabajadores quisieran el régimen que había en el oriente europeo.
    Eso sí, el Estado de Bienestar europeo occidental no supuso una gran pérdida para el capitalismo, si acaso un retraso en la dominación total del mundo, pues se obtuvo en gran parte a costa de las colonias que quedaban o a los regímenes dejados en los países descolonizados.

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  3. 2 de 2

    Por lo tanto en Europa Occidental, NUNCA ha gobernado mucho tiempo la izquierda de verdad, elegida por las urnas, no la que se autodenomina izquierda. A veces esta autodenominada izquierda ha buscado nombres como “Casa Común de la Izquierda”. De risa.
    El capitalismo no tiene cara buena y cara mala. Su método de dominación total puede ser más lento si lo comanda la socialdemocracia y más rápido si lo hacen partidos más a la derecha, pero el resultado que esperan obtener es el mismo, la vuelta a situaciones sociales que pensábamos ya superadas, como el esclavismo o las servidumbres de gleba.
    Syriza no es una coalición, lo fue, pero desde dentro vieron que así no llegaban al gobierno, por lo tanto formaron un partido, aunque dentro existen multitud de sensibilidades, que hacen que surjan tensiones muy frecuentemente.
    Syriza tiene 149 escaños, pero la realidad no es casi la mitad del electorado, pues hay un plus de 50 diputados para el partido que gane las elecciones, aunque sea por un solo voto. O sea que en realidad las elecciones le dieron 99 escaños de 250. Eso indica que no tiene la calle, o sea tiene el gobierno, pero no tiene el verdadero poder. Por tanto el poder del capitalismo es más fuerte que el de Syriza.
    Mi pronóstico es que Syriza va a perder esta confrontación, aunque puede que salve parte de las reivindicaciones. Eso se va a vender como un triunfo. Creo que a lo máximo que va a obtener es un empate.
    Esto es mi parte pesimista.
    Vamos con mi parte optimista. Hay grandes movimientos de los pueblos en Europa por las crisis que desencadena el capitalismo. La gente está muy enfadada. Buscan salvadores. En Grecia que es dónde más han sufrido esta crisis, se busca en Syriza. En otros países buscan otros salvadores. Pero mi esperanza es que la gente se dé cuenta que el verdadero poder está en ellos. Los signos creo que van por ahí. Se está acumulando mucha tensión y mi idea es que se van a radicalizar en los próximos años cada vez más y llegarán a dar el poder a una opción de izquierda verdadera y no a líderes que pueden y, probablemente, van a fallar.

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    1. Gracias, Manolo, por estos estupendos comentarios. Me gustaría poder compartir tu 'parte optimista', me gustaría...La necesidad de buscar salvadores se debe al miedo y/o a la constante desinformación sistemica, el run run de esos medio(cre)s vendidos.

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  4. Una vez más, Grecia puede salvar a Occidente
    Paul Craig Roberts en http://www.globalresearch.ca/greece-again-can-save-the-west/5459692

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  5. ¿Que digo yo si cortoplazista no debería escribirse cortoplacista?

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  6. Llamamiento a los griegos de no claudicar ante el ultimatum de la UE, publicado en 'The Guardian' y 'Blätter für deutsche und internationale Politik'
    https://www.blaetter.de/archiv/jahrgaenge/dokumente/griechen-knickt-nicht-vor-dem-austeritaets-ultimatum-der-eu-ein

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  7. Excelente análisis histórico y político, incluido el diálogo abierto por Manuel García. Hay mucha confusión entre la gente que se siente engañada, estafada, desinformada por parte de todos los partidos y de los políticos en especial, de las injusticias que están a la orden del día, de la corrupción a lo ancho y largo del país. Lo único que nadie pone en duda es la nefasta y desesperante situación económica y social que están padeciendo los pueblos en Europa, poniendo el ojo en Grecia y quedando a la expectativa de cómo piensan resolver el grave problema de la crisis y las imposiciones de austeridad por parte de la UE.
    Es de agradecer la neutralidad del titular del artículo cuando afirma "considero que es necesario esperar un período de tiempo razonable antes de emitir juicios ......".

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  8. Felicidades y gracias por el blog! Artículo interesante, también.
    · En cuanto a la primera parte, concisa y certera definición de izquierdas. La deriva socioliberal de la mayoría de partidos autodefinidos como de izquierdas creo que ha confundido mucho. En las charlas con amigos estoy harto de refutar la proclama 15-mera/indignada/podemita por el abandono del eje derecha-izquierda, intentando explicar que el problema és de definición, de qué (y quien) es la izquierda. Ese pequeño espacio entre el reformismo y el capitalismo 'con rostro humano', entre la socialdemocracia y el socioliberalismo, da mucho que hablar.
    · Sobre la segunda parte, no se ha mencionado la socialdemocracia nórdica, o el caso Olof Palme. Lo desconozco y mi duda es desde la ingenuidad. Pero también es recurrente en las discusiones el 'rostro humano' de los países nórdicos (a los que les suman Canadà, Australia, etc., todos ellos países con grandes recursos). Además, así a grosso modo y con el atrevimiento del que no sabe, encuentro paralelismos entre Olof Palme y Allende: procedencia burguesa, antiimperialismo, muerte violenta que muestra también la imposibilidad del reformismo.
    · En cuanto a Syriza, soy de los escépticos. Veo el papel geoestratégico y ejemplificador que juega el país heleno. La verdad, siendo un poco conspiranoico, no entiendo como todavía no hay movimientos para un golpe blando o 'revuelta' coloringa (por eso pienso que Syriza no representa ningún temor para el capitalismo y el atlantismo). Y me temo que, de producirse, no hay las condiciones que permitirían frenar una contrarevolución (vamos, que Grecia no es Venezuela, aunque tampoco es Ucrania, y los medios de comunicación están para lo que están).

    Gracias,
    Oriol

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