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martes, 26 de mayo de 2015

¿La anciana indigna? Cuando nos desmelenamos las mujeres de cierta edad.


"Dos mujeres corriendo en la playa", de Pablo Picasso (1922). 
Esta obra de Picasso es la imagen elegida para la portada del 
libro Mujeres que corren con los lobos, de Clarissa Pinkola Estés.


Referencia documental
Fuente original en alemán: 
Gisela Notz, "Ältere Frauen fallen aus der Rolle". Publicado en Ossietzky, 14 de marzo de 2015. URL: www.ossietzky.net/6-2015&textfile=3016
Traducción al español para blog del viejo topoTucholskyfan Gabi.
Fuente y fecha de la traducción: blogdelviejotopo.blogspot.com.es, 19-5-2015.
Negrita e imágenes: añadidos nuestros.




*   *   *


¿La anciana indigna?  Cuando nos desmelenamos las mujeres de cierta edad.  
Una reflexión de Gisela Notz en la revista Ossietzky, a partir del cuento de Bertolt Brecht ‘Die unwürdige Alte’ que encontramos traducido por Jorge Ruiz como ‘La anciana indigna’ y publicado en su blog ‘Espekulatious’.


Descripción de la imagen: ver nota 1

“Se ve una diminuta carita, con muchas arrugas y una amplia boca de labios pequeños. Muy pequeña, pero para nada mezquina. Ella había saboreado los largos años de servidumbre y los pocos años de libertad y consumido el pan de la vida hasta la última miga.”


¿A quién se refiere Brecht? Se refiere a la “anciana indigna”, que nos describiera de este modo en 1939; probablemente a su abuela, que entonces tenía 72 años y había enviudado poco antes, cuando, de golpe,  su existencia cambió y empezaron “los breves años de la libertad”. Hasta entonces, su vida había sido pobre, dependiente y falta de libertad. Había criado a cinco hijos, atendido a su marido y la modesta casa; nunca había quedado“ cruzada de brazos” como a menudo afirmaba. Era la mujer de un trabajador industrial.


La “indigna anciana” que nos describe Brecht pudo disfrutar de su libertad durante los dos años que le quedaron de vida. Pero durante estos últimos dos años que, muerto su marido, pasó retirada y distanciada de su familia, ésta no salía de su asombro e indignación.  Ya no era la madre y abuela que habían conocido, sino “una mujer solitaria, sin obligaciones, con unos recursos modestos, pero suficientes”. Pero a ojos de su hijo menor, las faltas de la anciana eran considerables: su trato con un zapatero remendón que para más INRI era socialdemócrata; su nueva costumbre de comer en un restaurante; el hecho que aceptara invitaciones de parte de una simple “sirvienta”, que era una “deficiente” mental como se decía; que viajara en un carruaje; visitara una carrera de caballos; que diera paseos nocturnos; jugara a las cartas y bebiera vino tinto. Todo esto no se ajustaba a la dignidad que durante 72 años había mantenido y venía a contrariar el sistema normativo de este mundo conservador y pequeño-burgués, en el que una anciana como ella se debía integrar.


La historia transcurre en 1910. Las mujeres de hoy ya no son necesariamente ancianas al cumplir 72 años. Su expectativa de vida y lo que aún pueden esperar de la vida, han aumentado. Muchas mujeres mayores en la actualidad rechazan el papel que la “jubilación” parece tenerles asignado. De encontrarse ágiles aún, se espera que entren a participar en el cuidado de los nietos, a ayudar a otras personas ancianas menos ágiles que ellas, o a corresponderles a la exigencias de los jóvenes, haciendo el bien allí donde hiciera falta. Pero muchas mujeres, en esta fase de su vida, prefieren “hacer algo completamente distinto” de su vida anterior, esto es, ya no quieren dedicarse en exclusiva a los cuidados de la familia. Es lo que se oye y debate a menudo. Las mujeres aún se sienten con la capacidad suficiente para emprender cosas en compañía de otras personas, cosas que en su vida anterior les quedaban vetadas o para las que faltaba el tiempo. No temen las dificultades que cabe esperar por parte de los hijos, por no servir de  “abuelas” para con sus nietos, dando preferencia a sus propias agendas. Algunas acusan  la situación discriminatoria a la que se enfrentan las mujeres mayores en nuestra Sociedad. Se integran en consejos y asociaciones para mayores, aceptan cargos políticos honoríficos, por lo que vienen a exigir, entre otras cosas, una mejor infraestructura a nivel comunal y municipal. Reclaman pensiones mínimas garantizadas que les permitan una vida digna; empleos razonables y los suficientemente vitales para sus hijos; buenas ofertas pedagógicas para sus nietos y buenas y razonables instalaciones para la tercera edad. Aún son muy pocas, pero va creciendo el número de las que consideran muy importante aportar su grano de arena al bien común. Algunas se integran en la resistencia política oponiéndose al trato discriminatorio que nuestra Sociedad está dando a su generación y a otros grupos discriminados. Algunas van creando cooperativas para convivir en piso y/o casas; para constituir lo que Goethe ya diera en llamar “afinidades electivas”.


De entre las experiencias que los mayores tienen en su haber no debemos olvidar su competencia y capacidad crítica. Puede que sean precisamente las personas mayores quienes logren a dar nuevos impulsos mediante sus diversos compromisos “postprofesionales” capaces de beneficiar los bienes comunes y los aspectos políticos más diversos. En Berlín y otras ciudades se han formado iniciativas de arrendatarios, donde colaboran muchas mujeres, mayores y “solitarias”,  procedentes de países muy diversos. Se han vuelto contestonas y juntas luchan contra las exorbitantes subidas del alquiler y los esfuerzos de desahuciar de sus pisos (gentrificación); participan en “sonoras manifestaciones” (Krachdemos) y proceden de etnias muy variadas, con y sin velo. Algunas personas se juntan en las alianzas contra la derecha y participan activamente en las iniciativas a favor de los refugiados, acusando las indignas condiciones  de su alojamiento en residencias/albergues y exigiendo una exhaustiva reforma del trato que reciben tanto las personas  refugiadas como de las que vienen a buscar asilo. En Berlín han fundado un club informático para personas mayores, más de 70 hombres y mujeres, que no quieren quedarse atrás en este mundo cambiante. Y en lo que llaman su proyecto “Silberwissen”, que quiere decir “conocimiento plateado”, pretenden ejercer su influencia en diversos contenidos.


Resultó ser todo un ruidoso espectáculo, cuando en otoño de 2012, en la berlinesa calle Stille Straße 10 ("still" significa “silencioso”!!!) del barrio de Pankow, se manifestaron una 40 personas activistas, en su gran mayoría mujeres,  ocupando durante 112 días el  lugar de sus reuniones, que la administración se disponía a cerrar. Aguantaron resistiéndose y acampando sobre tumbonas y colchonetas, permanentemente en alerta por la llegada de la policía que las iría a desalojar.  Pero ésta no sabía bien cómo proceder, dada la peculiar índole y naturaleza de las ocupas, quizás por pensar que poco tenían que ver con los considerados ocupadores sistémicos de viviendas vacías. La prensa y los demás medios, en un principio, no las tomaron en serio, pero al ser recogida por otros medios extranjeros, también los medios locales se hicieron eco de la noticia y las ancianas se convirtieron en estrellas, no por último por su constancia y aguante. El austriaco 'Der Standard' tituló: Yayos y yayas se pasan a ‘Occupy’ . Y a los nietos les parecía una acción “mega guay”. Entonces también empezaron a inquietarse los responsables de la administración del distrito recordando que cada Sociedad se debe medir por cómo trata a sus ancianos y ancianas.


Mujeres y hombres mayores defendiéndose ante el cierre de su punto de encuentro social en Stille Straße 10 de Pankow (Berlín), al que hace mención Gisela Notz. Foto de Bernd Friedel, tomada a principios de 2013.

“Juntas, podemos pasar a convertirnos en movimiento”, dijo una de las ocupas, considerando que mediante sus creativas acciones, y asistidas por otras personas más jóvenes, luchaban por un futuro más digno para todos. La gente mayor adquiría experiencias en el trato con la gente joven, que en un principio los había tomado por chiflados; y los jóvenes adquirían experiencias nuevas con la gente mayor, que con frecuencia había tomado por quejicos crónicos. El eslogan era pues: “Nos quedamos todos” y así lo llevaban escrito en sus pancartas “las rebeldes ancianas de Pankow”, las mujeres y hombres activistas del movimiento ocupa y de las iniciativas de arrendatarios, y el movimiento de las personas refugiadas.


“Nuestra constancia y vuestra solidaridad no han sido en balde. ¿Quién puede decir que este mundo no se puede cambiar? Jóvenes y viejos juntos,  hemos defendido nuestras convicciones”, comunicaban por escrito, también a mí, cuando habían alcanzado el primero de sus éxitos. Y en su lista de correo figuraban no pocas organizaciones de personas jóvenes y ancianas. Esto es sólo un ejemplo. La “indigna anciana”, en su “forma moderna”, en un futuro próximo, puede que se plantee otros problemas políticos e insista en que deben resolverse. Su activa presencia puede convertirse en desafío para otros, jóvenes o no, para que entren a enfrentarlos juntos con ella. 


Gisela Notz, en Ossietzky 
Trad. Tucholskyfan Gabi



Notas 
(1) La imagen corresponde a un fotograma de la película La Vieille Dame indigne, adaptación cinematográfia del cuento de Bertolt Brecht Die unwürdigeAlte (La anciana indigna). Fue realizada en 1964 por el director francés René Allio. El papel de anciana (al que corresponde la imagen reproducida) fue representado por Louise Pauline Mainguené, más conocido como Louise Sylvie o Sylvie a secas. Posteriormente, en 1985, Karin Hercher dirigió una versión producida por la televisión de la RDA.


Comentario sobre el relato de Brecht y los roles de género en las mujeres mayores.

Todo indica que el relato de Brecht tiene bastante de autobiográfico y que la protagonista es la abuela del dramaturgo alemán, Karoline, que vivía en Achern.
La historia de Brecht que inspira este artículo de Gisela Notz traducido del alemán para el blog, en el fondo es, entre otras muchas cosas, una crítica a los roles de género. De manera concreta, es una crítica a los roles asignados a las madres y a las abuelas. El relato reivindica la autonomía de estas mujeres, una autonomía a la que se aspira además reivindicando la solidaridad; no es una autonomía egoísta la reivindicada, sino lo contrario. Frente a una sociedad en la que en función de los roles de género se espera que tales mujeres mayores acepten una renuncia a tener vida propia y se resignen al papel de subordinadas, el relato viene a reivindicar una inversión de tales valores:
"En una Sociedad "burguesa y bien situada/acomodada", el hecho de que las mujeres en general, y las mujeres mayores en particular,  prefieran autodeterminar su existencia está siendo considerado con sumo recelo y, por ende, indigno."  (citado en Wikipedia: Die unwürdige Greisin).
Escribió Bertolt Brecht sobre su abuela y en cierto modo protagonista de su relato (citado también en Wikipedia: Die unwürdige Greisin):
"Si lo miramos bien, ella vivió dos vidas distintas, una tras otra. La primera, como hija, esposa y madre; y la segunda simplemente como la señora B. [...]; la primera duró unos 6 decenios y la segunda no más de 2 años..."

10 comentarios:

  1. Gracias Gabi por esta nueva traducción.
    Me ha gustado el artículo y creo que induce a una reflexión en multitud de aspectos. Es un excelente texto porque permite debatir sobre muchas cosas. Yo quisiera contar mi experiencia como docente en la "universidad senior" y también comentar alguna vivencia familiar. Pero lo haré en otro momento. Ahora únicamente quería contextualizar un poco de manera divulgativa.
    En un mundo en el que el incremento demográfico (acompañado de esa nefasta tendencia a la concentración de la población en grandes urbes) presenta por lo general unas pirámides de edad ortodoxas, con una base muy amplia y una cúspide pequeña, la vieja Europa se va quedando vieja, valga la redundancia. Somos una sociedad cuyo cuerpo social envejece literalmente. El incremento de la esperanza de vida derivado de factores como las tecnologías biomédicas y farmaceúticas, el acceso generalizado a la asistencia sanitaria (aunque las políticas neoliberales atenten contra esto, de momento mal o bien se mantiene), al hecho de que seamos sociedades sin problemas de alimentación y otros factores, sumados a la pauta cultural de tener pocos hijos, provoca que en nuestra sociedad cada vez haya más personas mayores: pocos niños y muchos viejos, diríamos coloquialmente. España tiene una de las tasas de fertilidad más bajas del mundo; creo recordar de memoria que estábamos en torno al 1,30 hijos por mujer (el caso del resto de los países de la UE no es muy distinto), mientras que nuestra esperanza de vida debe estar en torno a los 83 años aproximadamente.
    Por lo tanto, en un futuro inmediato, viviremos en una sociedad con un porcentaje elevadísimo de personas mayores, entre las que habrá más mujeres que hombres (por la superior esperanza de vida en ellas). Salvo que invirtamos el rumbo político, será además una sociedad sin ese colchón de seguridad que hasta ahora ha garantizado el estado del bienestar en la vejez (o al menos será un colchón debilitado e insuficiente), con lo cual habrá muchos más problemas de desprotección y no asistencia de los mayores. Pensemos que además la evolución de los modelos de familia nos priva de esa asistencia que en las sociedades tradicionales brindaba la familia extensa a los mayores. Eso se refleja en el drama de tanta gente mayor que está sola, lo cual sería una aberración en las sociedades tradicionales. El capitalismo nos convierte en átomos individuales, aislados, privados progresivamente de lazos sociales…
    Lo anterior, que será fuente de muchos problemas (ya lo es ahora), obligará no obstante a cambios (ya está sucediendo ahora) en los roles etarios (los roles vinculados a categorías de edad). Las personas mayores irán cobrando cada vez más protagonismo social, político, cultural y económico. Y en este marco tiene mucho sentido lo que nos señala la autora del artículo, que viene a ser la rebelión de los mayores, la modificación de sus roles, etc. En todo esto veo una paradoja cultural: en cierto sentido, los “ancianos” recuperarán un protagonismo propio de las sociedades tradicionales y que habían ido perdiendo en los “procesos de modernización” vinculados al capitalismo; desde luego, no será el mismo protagonismo que tienen los ancianos en la mayoría de las sociedades tradicionales, pero ganarán peso social específico.
    Un capítulo aparte es cuando en esta reflexión introducimos la variable género, especialmente si nos centramos en las mujeres. A ello me gustaría dedicar otro extenso comentario, pero será mañana.
    Gracias compañera por este magnífico trabajo de traducción :-)

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    1. Gracias, Vigne.
      No tengo que ir muy lejos para valorar la situación socioeconómica de las mujeres a partir de cierta edad. Tengo 65 años y nuestra situación, me refiero a la del colectivo de mis coetáne@s en Alemania y España, con la política de austeridad que los gobiernos neoliberales pretenden seguir imponiendo en esa vieja Europa, es muy previsible que vaya de mal en peor. Así las perspectivas, no veo otra alternativa que la movilización colectiva (grupal y local) para defender al menos nuestros derechos que creíamos consolidados.

      Por otro lado, y siempre en la medida de nuestras posibilidades y capacidades, deberíamos ir ofreciendo y aportando a los demás lo que la autora llama "Silberwissen" (nuestro saber plateado). Pero el elegir dónde aportar ese conocimiento en esta tercera fase de nuestras vidas, a mi ver, no debe obedecer a las puntuales circunstancias y exigencias familiares, sino - por fin - a nuestro criterio personalísimo y autoelegido.

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    2. Sin duda!
      Desde luego es un artículo para estar hablando horas y horas, días y días. A ver si luego consigo meter la segunda parte del comentario que quería realizar.

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    3. ¡Encantada!
      Y para que nos acompañen los últimos datos y estadísticas,
      he aquí el tercer informe de la OCDE

      http://www.oecd.org/spain/OECD-SocietyAtaGlance2014-Highlights-Spain.pdf

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  2. “Las rebeldes ancianas de Pankow”, amadas viejas, veneradas abuelas…
    Con independencia de otras lecturas que se puedan realizar del contenido del artículo, sin duda la más interesante es la que podamos llevar a cabo desde la perspectiva de género, más en concreto centrándonos en las mujeres (ya que la perspectiva de género incluye también a los hombres).
    Tenemos por un lado lo que se espera de estas mujeres mayores en función de los roles tradiciones de edad y de género, que tienen mucho que ver con la pasividad, la resignación, el cuidado de los nietos… pero sobre todo con la subordinación y la renuncia a una vida propia y a una autonomía personal.
    Y por otro lado nos encontramos con el rechazo de tales roles. Aunque la autora, Gisela Notz, está hablando de Alemania, esto lo vemos perfectamente también en España. Cuántas veces cualquiera de nosotros no habrá encontrado aquí en nuestras abuelas esa aspiración de “hacer algo completamente distinto de su vida anterior”. En España también se habla de la rebelión de los abuelos (que aunque incluya también a los hombres mayores, sobre todo tiene que ver con las mujeres, porque es sobre ellas en quienes recae buena parte del trabajo de las obligaciones asumidas con los nietos y los hijos). Cuántas veces no habremos escuchado aquí ese ‘yo ya cuidé a mis hijos, ahora que cuiden ellos de los suyos’, que tiene que ver precisamente con esa rebeldía contra la subordinación y con la reivindicación de tener una vida propia, de tener autonomía para hacer cosas que no dr han podido hacer anteriormente.
    Y en tal escenario sociológico y cultural tienen lugar esas resistencias sociales y políticas que también se dan y que menciona Notz, así como la búsqueda (¡cuánto me gusta eso!) de iniciativas de cooperación que favorecen el desarrollo de esas “afinidades electivas” goethianas.
    Una rebelión, la de las personas mayores, que es más femenina que masculina, y que no deja de ser una forma de contestar la desigualdad de poder en función del género. Solo este aspecto, ya daría mucho para hablar.

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  3. Durante unos años tuve la oportunidad de enseñar Antropología a personas mayores en cursos universitarios senior, en donde estas personas se matriculan únicamente por el afán de saber y de aprender cosas que no han tenido oportunidad de estudiar en su etapa vital anterior. Una de las ventajas es que pueden acceder personas que apenas han completado estudios primarios. Posiblemente fue una de las experiencias más satisfactorias y felices que he tenido como docente, debido al interés, al ansia, al compromiso… que siempre encontré en ese tipo de alumnado. Mayoritariamente se trataba de mujeres (lo cual, ES UN DATO QUE YA INDICA MUCHO); hablo de memoria, pero a lo mejor de 50 alumnos, 40 o más eran mujeres.; un porcentaje abrumador de mujeres.
    El perfil de mujer que encontré en tales cursos, se corresponde a la perfección con lo que nos cuenta Gisela Notz. Eran mujeres mayores que dijeron “basta”, y se lanzaron a buscar un cambio en sus vidas procurando un mayor grado de autonomía personal. Muchas de ellas acabaron comprometiéndose de manera muy activas en los movimientos y luchas sociales locales, Y ESTO ES OTRO DATO IMPORTANTE.
    Me sorprendió el pragmatismo de tales mujeres. Inicialmente pensaba que me encontraría mujeres muy cerradas de mente por su edad, luego resultó ser todo lo contrario. Hasta puedo decir que, por lo general, mentalmente eran más flexibles y pragmáticas que la gente joven de 18 ó 20 años. Ya digo que para mí significó curarme de tópicos equivocados que tenía.
    También llegué a encontrarme en esa experiencia de algunos años, casos no ya de un simple cambio personal sino de RUPTURA RADICAL, normalmente casos relacionados con la violencia de género. El ejemplo que siempre pongo es el de una señora de casi 70 años. Durante toda su vida había sido la muy conservadora esposa de un militar de alto rango y madre de sus hijos. Y durante toda su vida sufrió los malos tratos del marido, que le ponía la mano encima cada dos tres. Era un hombre que bebía, enviciado con las prostitutas (hasta llegó a transmitirle una enfermedad venérea a la mujer), tremendamente agresivo cuando se emborrachaba… Y aguantó hasta que con sesenta años, él la amenazó con matarla llegando a ponerle una pistola en la cabeza; aquel día, decidió hacer las maletas y dejarlo. Y a partir de ahí el giro que imprimió a su vida, te aseguro que es para hacer una película. Un giro en todos los aspectos: empieza a tener vida social propia y a salir incluso por las noches, cambia de círculos sociales (el ambiente social militar en el que había vivido nunca le perdonó el “escándalo” de que dejase al marido, como tampoco que comenzara a tener relación con otros hombres), comienza a estudiar… pero sobre todo, lo que más me rompió los esquemas fue su evolución ideológica, porque pasó de ser una señora conservadora del PP a ser una “roja” de mucho cuidado que le explicaba a las amigas que el problema “era el capitalismo”.
    Pero hay otros muchos casos. Me viene a la cabeza otra que también se divorcia y decide matricularse no ya en la universidad senior, sino en la “normal”, accediendo a través de las pruebas para mayores de 25 años. Me contaba que al cumplir 16 años su padre la había sacado del colegio porque “lo de estudiar no era para las mujeres” le decía (a pesar de que era una excelente estudiante), y con solo 17 la casaron con un señor. Y un buen día, ya de mayor, decide romper con todo e iniciar una nueva vida y hacer aquello que le habían impedido hacer de joven.
    Son ejemplos que van en esa misma dirección: están cambiando los roles de las personas mayores, especialmente en el caso de las mujeres.

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  4. Cambiando de tema, me parece interesante también hacer notar otro cambio que está teniendo lugar. Tradicionalmente, a partir de una edad se espera que una persona no tenga vida sexual. Tradicionalmente hasta estaba mal visto y provocaba el chiste fácil y la burla social.
    Esto está cambiando y es un fenómeno digno de ser analizado. Sin duda ha tenido mucho que ver la disponibilidad de fármacos, especialmente los dirigidos a los hombres. También el cambio del modelo de sexualidad en el mundo occidental: el modelo dominante ha pasado a ser esencialmente NO REPRODUCTIVO, lo cual tiene un efecto en cadena sobre otros muchos aspectos.
    De esto no suele hablarse, pero esta dimensión SEXUAL también forma parte de esa rebelión de la gente mayor y nuevamente encontramos que el mayor protagonismo recae en las mujeres. El cambio de roles, por tanto, también afecta y mucho a la vida sexual.

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  5. Sí, señor, muy buen artículo.

    Gran elogio involuntario de Manuela Carmena.

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    1. Gracias;-)
      No creo que la autora Notz se haya planteado elogiar a Manuela Carmena, sino a ese creciente colectivo de mujeres que defendemos nuestros derechos sociales A PIE DE CALLE, desde un lugar menos expuesto y, probablemente, menos privilegiado.

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    2. al menos explíquese. Me parece una afirmación fuera de lugar y completamente gratuita. ¡¡Menuda forma de mezclar el tocino y la velocidad, churras con merinas!!!!

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